Artículo
con plagios: “Problemas fundamentales de la ética en Gilbert Hottois; alacances
[sic] del paradigma bioético”, Observaciones
Filosóficas, no 5, 2007. Disponible en http://www.observacionesfilosoficas.net/problemasfundamentales.html
Fuente
plagiada: Hottois, Gilbert: El paradigma
bioético. Una ética para la tecnociencia, Madrid, Anthropos, 1991.
Primer pasaje plagiado:
La Dra.
Godina dice:
“Una de las justificaciones
filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo lo posible se
sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la evolución creadora
explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la especie humana, de la
vida y, más generalmente, del ser. La idea de realizar cuanto es posible
responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría llamar “la creatividad
tecnocientífica por la creatividad tecnocientífica”, es decir, por el placer y
la satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto
evoca aquella otra tentación del arte por el arte.”
Este
pasaje de la Dra. Godina combina dos pasajes del libro de Hattois. El primero
es de la p. 118:
“Una de las
justificaciones filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo
lo posible se sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la
evolución creadora explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la
especie humana, de la vida y, más generalmente, del ser.”
El
segundo está en las páginas 119 y 120:
“La idea de realizar
cuanto es posible responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría
llamar «la creatividad tecnocientífica por la
creatividad tecnocientífica», es decir, por el placer y la
satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto evoca
aquella otra tentación del arte por el arte.”
Segundo pasaje plagiado:
Continúa
la Dra. Godina:
“En su radicalidad, la
moral de la simple y pura renuncia a la tecnociencia y de una vuelta a la
naturaleza es tan absurda que apenas es tenida en cuenta. Conviene también
considerar la ética de la conservación del hombre y la naturaleza, como una
forma mínima de la vía intermedia que se expresa en las moratorias que los
científicos se imponen y cuyo efecto es frenar, con mayor o menor fuerza, a la
tecnociencia.”
Hottois
dice en la p. 125:
“En su radicalidad, la
moral de la simple y pura renuncia a la tecnociencia y de una vuelta a la
naturaleza es tan absurda que apenas es tenida en cuenta. Conviene también
considerar la ética de la conservación del hombre y la naturaleza, como una
forma mínima de la vía intermedia que se expresa en las moratorias que los
científicos se imponen y cuyo efecto es frenar, con mayor o menor fuerza, a la
tecnociencia.”
Tercer pasaje plagiado:
Dice la
Dra. Godina:
“Hottois se pregunta:
¿cuáles son las motivaciones profundas (más allá de la prudencia) que subyacen
a las actitudes de renuncia respecto a las posibilidades tecnocientíficas,
capaces de trastornar el hombre-naturaleza? y dice que, negativamente hablando,
se debe a una especie de horror sagrado con relación a todo lo que amenaza con
devastar los cimientos mismos del orden natural, particularmente el de la
naturaleza humana. El deseo de intervenir especies naturales superiores, de
producir híbridos genéticos para-humanos, impulsar la simbio-tecnia
hombre-ordenador o desarrollar el arte de la prótesis, más allá de un cierto
umbral, puede parecer insostenible.
Positivamente hablando,
la experiencia y afirmación del valor del hombre natural-cultural en la
convicción de que el hombre no puede llegar a ser verdaderamente humano, es
decir, una persona consciente, libre, autónoma y también, abierta y sensible al
otro sino siguiendo un único camino y utilizando medios naturales y culturales
(simbólicos); en la convicción de que no puede producirse tecnocientíficamente
al hombre, o al “super hombre”, y que demasiada intervención técnica en este
ámbito conduce, necesariamente, a lo abhumano o inhumano.”
Y, por
supuesto, esto se encuentra en el libro de Hottois (p. 126):
“¿Cuáles
son las motivaciones profundas (más allá de la prudencia) que subyacen a las
actitudes de renuncia respecto a las posibilidades tecnocientíficas, capaces de
trastornar el hombre-naturaleza?
Negativamente
hablando, se debe a una especie de horror sagrado con relación a todo lo que
amenaza con devastar los cimientos mismos del orden natural, particularmente el
de la naturaleza humana. El deseo de intervenir especies naturales superiores,
de producir híbridos genéticos para-humanos, impulsar la simbiotecnia
hombre-ordenador o desarrollar el arte de la prótesis, más allá de un cierto
umbral, puede parecer insostenible.
Positivamente
hablando, la experiencia y afirmación del valor del hombre natural-cultural en
la convicción de que el hombre no puede llegar a ser verdaderamente «humano»,
es decir, una persona consciente, libre, autónoma y también, abierta y sensible
al otro sino siguiendo un único camino y utilizando medios naturales y
culturales (simbólicos); en la convicción de que no puede producirse
tecnocientíficamente al hombre, o al «superhombre»,
y que demasiada intervención técnica en este ámbito conduce, necesariamente, a
lo abhumano o inhumano.”
Cuarto pasaje plagiado
Dice la
Dra. Godina:
“Una ley ética
fundamental sería la de que la existencia o la esencia del hombre no pueden,
jamás, en su totalidad, convertirse en una apuesta de manipulación; esta ley
más que pensar en el peligro puro y simple del aniquilamiento físico de la
humanidad (por una guerra nuclear, por ejemplo) piensa en la muerte esencial,
ésta es: la deconstrucción/reconstrucción tecnológica del hombre. Éste es el
peligro más específico, pues pone en peligro la sensibilidad ética misma del
hombre, esto es, la de su facultad o capacidad ética. Sin embargo, para preservar
esta capacidad ética, que hace al hombre y al valor del hombre, es también
indispensable preservar el complejo hombre-naturaleza-cultura. La sensibilidad
ética, agrega Hottois, no existe más que en el hombre tal y como éste se ha
constituido natural y culturalmente.”
Lo cual
también viene casi literalmente del libro de Hottois, véase la p. 131:
“H. Jonas propone como ley
ética fundamental la de que la existencia o la esencia del hombre no pueden,
jamás, en su totalidad, convertirse en una apuesta de manipulación. (…) Al
formular esta ley Jonas está pensando menos en el peligro puro y simple del
aniquilamiento físico de la humanidad (como consecuencia de una guerra, por
ejemplo) que en la «muerte esencial»:
la deconstrucción/reconstrucción tecnológica del hombre. Éste es el peligro más
específico, pues pone en peligro la sensibilidad ética misma del hombre, esto
es, la de su facultad o capacidad ética («Ethikfähigkeit»).
Sin embargo, para preservar esta capacidad ética, que hace al hombre y al valor
del hombre, es también indispensable preservar el complejo
hombre-naturaleza-cultura. La sensibilidad ética no existe más que en el hombre
tal y como éste se ha constituido natural y culturalmente.”
Quinto pasaje plagiado:
Continúa
la Dra. Godina:
“Llegados a este punto,
la pregunta ética en el marco de una reflexión sobre la técnica toma nueva
dimensión. En el caso de las posibilidades tecnocientíficas, y puesto que estas
posibilidades pueden afectar considerablemente a la naturaleza humana, se trata
de un debate dentro de la propia ética. Parece que, en gran medida, la union
entre “ética y técnica” debe resolverse a favor de una de las dos alternativas:
Ética o técnica. La puja tecnocientífica por la libertad de intentar todo lo
posible conduce, seguramente, más allá de la ética. La autonomía (la técnica)
se manifiesta respecto a la moral y a los valores espirituales. La técnica no
soporta nungún juicio, no acepta ninguna limitación (J. Ellul, La technique ou
l’enjeu du siécle).6 La vuelta a la naturaleza es, desde un punto de
vista práctico y moral, una aberración, afirma Hottois. La naturaleza está más
acá de la ética. Queda, pues, la vía intermedia y la selección de lo posible
técnicamente. Parece, por tanto, que la prudencia con que debería realizarse dicha
selección deberá atender, sobre todo, la cuestión siguiente: ¿tal o cual
posibilidad tecnocientífica corre o no, el riesgo de disminuir, casi de
suprimir, la capacidad ética del individuo o de la humanidad? Esto es lo que
llama V. Packard el peligro de la deshumanización.”
En esa
nota 6, la Dra. refiere a la p. 121 del libro de Hottois y no es claro si da la
referencia para algo de lo dicho anteriormente o sólo para la expresión de
Ellul. Pero la verdad es que todo eso está plagiado de la p. 132:
“Llegados a este punto,
la pregunta ética en el marco de una reflexión sobre la técnica toma nueva
dimensión. En el caso de las posibilidades tecnocientíficas, y puesto que estas
posibilidades pueden afectar considerablemente a la naturaleza humana, se trata
de un debate dentro de la propia ética.
Parece que, en gran
medida, la unión entre «ética y técnica” debe
resolverse a favor de una de las dos alternativas: Ética o técnica. La puja
tecnocientífica por la libertad de intentar todo lo posible conduce, seguramente,
más allá de la ética. «[…] La autonomía (la
técnica) se manifiesta respecto a la moral y a los valores espirituales. La
técnica no soporta ningún juicio, no acepta ninguna limitación»
(J. Ellul, La technique ou l’enjeu du siècle,
p. 121).
La «vuelta
a la naturaleza» es, desde un punto de vista práctico y
moral, una aberración, afirma Hottois. La naturaleza está más acá de la ética.
Queda, pues, la vía intermedia y la selección de lo posible técnicamente.
Parece, por tanto, que la prudencia con que debería realizarse dicha selección
deberá atender, sobre todo, la cuestión siguiente: ¿tal o cual posibilidad
tecnocientífica corre, o no, el riesgo de disminuir, casi de suprimir, la
capacidad ética del individuo o de la humanidad? Esto es lo que llama V. Packard
el peligro de la deshumanización.”
Sexto pasaje plagiado:
Dice la
Dra. Godina:
“Debemos analizar,
señala Hottois, en la medida de lo posible, el conjunto de factores que
interactúan y que no simplifican las cuestiones ético-políticas que se imponen
respecto a la investigación y al desarrollo científico. Esto permite distinguir
que hay dos tipos de constricciones y de límites cuando se habla de intentar
todo lo tecnocientíficamente posible: por un lado, los físico-objetivos, por
otro, los simbólico-culturales. Despreciar unos u otros supone una actitud
irresponsable y que conduce a errores y contratiempos de elevado coste humano
por lo que al sufrimiento se refiere. En la práctica, el problema de la
interacción o dialéctica entre lo simbólico y lo técnico está en el corazón de
un gran número de trabajos y empresas, en especial desde que se empezó a tener
conciencia de la ambivalencia de las tecnociencias y de la hendidura que
existía en la sociedad occidental entre dos “culturas”: la literaria y la científica.
Los intentos para construir un puente y articular lo técnico y lo simbólico se
reagrupan, según Hottois, fundamentalmente, en torno a los ejes centrales
siguientes: 1) investigaciones sobre la historia de las ciencias y de las
técnicas; 2) los grupos y programas de investigación ciencia, tecnología y
sociedad; 3) la puesta en práctica de programas de evaluación pluridimensional
de proyectos de investigación y desarrollo; 4) el desarrollo de “comisiones y
comités de ética”, en especial en el campo de las ciencias biomédicas; 5) el
esfuerzo general y más difuso, pero capital para la democracia, de la
intercomunicación entre tecnocientíficos (expertos), políticos, los diferentes
grupos sociales y el público en general. Hottois se pregunta si todos estos
esfuerzos posibilitan una verdadera síntesis entre lo simbólico y lo
tecnocientífico, ya que una síntesis de este tipo implicaría algo más que la
simple gestión de las interacciones entre dos polos cuya relativa autonomía e
identidad no son negadas en esta gestión.
También Hottois muestra
que aquí existen dos tendencias violentamente enfrentadas: por un lado, la
cultura tecnocientífica no sólo es una exigencia sensata y legítima, sino
también necesaria para una sociedad responsable; por otro, la noción misma es
contradictoria y carece de significado: tal cultura no puede nacer más que de
la dirección de aquellos que jamás han comprendido lo que es una cultura.”
Todo lo
anterior también está tomado casi verbatim
del libro de Hottois, esta vez de las páginas 146 a la 148:
“Debemos analizar, en la
medida de lo posible, el conjunto de factores que interactúan y que no
simplifican las cuestiones ético-políticas que se imponen respecto a la
investigación y al desarrollo científico. Esto permite distinguir que hay dos
tipos de constricciones y de límites cuando se habla de intentar todo lo
tecnocientíficamente posible: por un lado, los físico-objetivos, por otro, los
simbólico-culturales. Despreciar unos u otros supone una actitud irresponsable
y que conduce a errores y contratiempos de elevado coste humano por lo que al
sufrimiento se refiere.
En la práctica, el
problema de la interacción o dialéctica entre lo simbólico y lo técnico está en
el corazón de un gran número de trabajos y empresas, en especial desde que se
empezó a tener conciencia de la ambivalencia de las tecnociencias y de la
hendidura que existía en la sociedad occidental entre dos «culturas»:
la literaria y la científica (cf. P. Snow, The
two Cultures and a Second Look, 1963). Los intentos para construir un
puente y articular lo técnico y lo simbólico se reagrupan, según Hottois,
fundamentalmente, en torno a los ejes centrales siguientes: 1) investigaciones
sobre la historia de las ciencias y de las técnicas (…); 2) los grupos y
programas de investigación S-T-S (Ciencia, Tecnología y Sociedad (…); 3) la
puesta en práctica de programas de evaluación pluridimensional de proyectos de
investigación y desarrollo (…); 4) el desarrollo de «comisiones
y comités de ética», en especial en el campo de las ciencias
biomédicas (…); 5) el esfuerzo general y más difuso, pero capital para la
democracia, de la intercomunicación entre tecnocientíficos (expertos),
políticos, los diferentes grupos sociales y el público en general. (…)
¿Significan todos estos
esfuerzos que es posible una verdadera síntesis entre lo simbólico y lo
tecnocientífico? Una síntesis de este tipo implicaría algo más que la simple
gestión de las interacciones entre dos polos cuya relativa autonomía e
identidad no son negadas en esta gestión. (…)
También aquí existen dos
tendencias violentamente enfrentadas: por un lado, la cultura tecnocientífica
no sólo es una exigencia sensata y legítima, sino también necesaria para una
sociedad responsable. Por otro lado, la noción misma es contradictoria y carece
de significado: tal cultura no puede nacer más que de la dirección de aquellos
que jamás han comprendido lo que es una cultura.”
Y luego
en el texto de la Dra. Godina sigue la misma cita que pone Hottois, aunque la
Dra. Godina sí da la referencia, pero sólo de esa cita.
Séptimo pasaje plagiado:
Dice la
Dra. Godina:
“No podemos pensar lo
que llamamos libertad, ética, capacidad de elección, etc., fuera de la
simbolización. Rendir justicia a la importancia de lo simbólico es rendir
justicia a esa parte del hombre que se resiste a la objetivación y a la
mecanización: esa parte expresiva del sujeto, de la interioridad; esa parte que
algunos querrían llamar espiritual o moral. Esa misma parte, indica Hottois, es
también la que nos otorga lo que llamamos la dignidad humana en tanto personas,
es decir, lo que no puede ser un simple medio (que se utilice con fines
exteriores o extraños).”
Lo cual
está tomado casi literalmente de la p. 151 del libro de Hottois:
“No podemos pensar lo
que llamamos libertad, ética, capacidad de elección, etc., fuera de la
simbolización. Rendir justicia a la importancia de lo simbólico es rendir
justicia a esa parte del hombre que se resiste a la objetivación y a la
mecanización: esa parte expresiva del sujeto, de la interioridad; esa parte que
algunos querrían llamar espiritual o moral. Esa misma parte es también la que
nos otorga lo que llamamos la dignidad humana en tanto que personas, es decir, lo que no puede ser un simple medio (que se
utilice con fines exteriores o extraños) (…)”
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