jueves, 13 de junio de 2013

Nuevos plagios de la Dra. Célida de los Ángeles Godina Herrera (relación indefinida con el Colegio de Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla pero evidentemente protegida y solapada por la Facultad) en la revista Observaciones Filosóficas.


Artículo con plagios: “Problemas fundamentales de la ética en Gilbert Hottois; alacances [sic] del paradigma bioético”, Observaciones Filosóficas, no 5, 2007. Disponible en http://www.observacionesfilosoficas.net/problemasfundamentales.html
Fuente plagiada: Hottois, Gilbert: El paradigma bioético. Una ética para la tecnociencia, Madrid, Anthropos, 1991.

Primer pasaje plagiado:
La Dra. Godina dice:
“Una de las justificaciones filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo lo posible se sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la evolución creadora explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la especie humana, de la vida y, más generalmente, del ser. La idea de realizar cuanto es posible responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría llamar “la creatividad tecnocientífica por la creatividad tecnocientífica”, es decir, por el placer y la satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto evoca aquella otra tentación del arte por el arte.”

Este pasaje de la Dra. Godina combina dos pasajes del libro de Hattois. El primero es de la p. 118:
“Una de las justificaciones filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo lo posible se sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la evolución creadora explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la especie humana, de la vida y, más generalmente, del ser.”

El segundo está en las páginas 119 y 120:
“La idea de realizar cuanto es posible responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría llamar «la creatividad tecnocientífica por la creatividad tecnocientífica», es decir, por el placer y la satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto evoca aquella otra tentación del arte por el arte.”

Segundo pasaje plagiado:
Continúa la Dra. Godina:
“En su radicalidad, la moral de la simple y pura renuncia a la tecnociencia y de una vuelta a la naturaleza es tan absurda que apenas es tenida en cuenta. Conviene también considerar la ética de la conservación del hombre y la naturaleza, como una forma mínima de la vía intermedia que se expresa en las moratorias que los científicos se imponen y cuyo efecto es frenar, con mayor o menor fuerza, a la tecnociencia.”

Hottois dice en la p. 125:
“En su radicalidad, la moral de la simple y pura renuncia a la tecnociencia y de una vuelta a la naturaleza es tan absurda que apenas es tenida en cuenta. Conviene también considerar la ética de la conservación del hombre y la naturaleza, como una forma mínima de la vía intermedia que se expresa en las moratorias que los científicos se imponen y cuyo efecto es frenar, con mayor o menor fuerza, a la tecnociencia.”

Tercer pasaje plagiado:
Dice la Dra. Godina:
“Hottois se pregunta: ¿cuáles son las motivaciones profundas (más allá de la prudencia) que subyacen a las actitudes de renuncia respecto a las posibilidades tecnocientíficas, capaces de trastornar el hombre-naturaleza? y dice que, negativamente hablando, se debe a una especie de horror sagrado con relación a todo lo que amenaza con devastar los cimientos mismos del orden natural, particularmente el de la naturaleza humana. El deseo de intervenir especies naturales superiores, de producir híbridos genéticos para-humanos, impulsar la simbio-tecnia hombre-ordenador o desarrollar el arte de la prótesis, más allá de un cierto umbral, puede parecer insostenible.
Positivamente hablando, la experiencia y afirmación del valor del hombre natural-cultural en la convicción de que el hombre no puede llegar a ser verdaderamente humano, es decir, una persona consciente, libre, autónoma y también, abierta y sensible al otro sino siguiendo un único camino y utilizando medios naturales y culturales (simbólicos); en la convicción de que no puede producirse tecnocientíficamente al hombre, o al “super hombre”, y que demasiada intervención técnica en este ámbito conduce, necesariamente, a lo abhumano o inhumano.”

Y, por supuesto, esto se encuentra en el libro de Hottois (p. 126):
“¿Cuáles son las motivaciones profundas (más allá de la prudencia) que subyacen a las actitudes de renuncia respecto a las posibilidades tecnocientíficas, capaces de trastornar el hombre-naturaleza?
Negativamente hablando, se debe a una especie de horror sagrado con relación a todo lo que amenaza con devastar los cimientos mismos del orden natural, particularmente el de la naturaleza humana. El deseo de intervenir especies naturales superiores, de producir híbridos genéticos para-humanos, impulsar la simbiotecnia hombre-ordenador o desarrollar el arte de la prótesis, más allá de un cierto umbral, puede parecer insostenible.
Positivamente hablando, la experiencia y afirmación del valor del hombre natural-cultural en la convicción de que el hombre no puede llegar a ser verdaderamente «humano», es decir, una persona consciente, libre, autónoma y también, abierta y sensible al otro sino siguiendo un único camino y utilizando medios naturales y culturales (simbólicos); en la convicción de que no puede producirse tecnocientíficamente al hombre, o al «superhombre», y que demasiada intervención técnica en este ámbito conduce, necesariamente, a lo abhumano o inhumano.”

Cuarto pasaje plagiado
Dice la Dra. Godina:
“Una ley ética fundamental sería la de que la existencia o la esencia del hombre no pueden, jamás, en su totalidad, convertirse en una apuesta de manipulación; esta ley más que pensar en el peligro puro y simple del aniquilamiento físico de la humanidad (por una guerra nuclear, por ejemplo) piensa en la muerte esencial, ésta es: la deconstrucción/reconstrucción tecnológica del hombre. Éste es el peligro más específico, pues pone en peligro la sensibilidad ética misma del hombre, esto es, la de su facultad o capacidad ética. Sin embargo, para preservar esta capacidad ética, que hace al hombre y al valor del hombre, es también indispensable preservar el complejo hombre-naturaleza-cultura. La sensibilidad ética, agrega Hottois, no existe más que en el hombre tal y como éste se ha constituido natural y culturalmente.”

Lo cual también viene casi literalmente del libro de Hottois, véase la p. 131:
“H. Jonas propone como ley ética fundamental la de que la existencia o la esencia del hombre no pueden, jamás, en su totalidad, convertirse en una apuesta de manipulación. (…) Al formular esta ley Jonas está pensando menos en el peligro puro y simple del aniquilamiento físico de la humanidad (como consecuencia de una guerra, por ejemplo) que en la «muerte esencial»: la deconstrucción/reconstrucción tecnológica del hombre. Éste es el peligro más específico, pues pone en peligro la sensibilidad ética misma del hombre, esto es, la de su facultad o capacidad ética («Ethikfähigkeit»). Sin embargo, para preservar esta capacidad ética, que hace al hombre y al valor del hombre, es también indispensable preservar el complejo hombre-naturaleza-cultura. La sensibilidad ética no existe más que en el hombre tal y como éste se ha constituido natural y culturalmente.”

Quinto pasaje plagiado:
Continúa la Dra. Godina:
“Llegados a este punto, la pregunta ética en el marco de una reflexión sobre la técnica toma nueva dimensión. En el caso de las posibilidades tecnocientíficas, y puesto que estas posibilidades pueden afectar considerablemente a la naturaleza humana, se trata de un debate dentro de la propia ética. Parece que, en gran medida, la union entre “ética y técnica” debe resolverse a favor de una de las dos alternativas: Ética o técnica. La puja tecnocientífica por la libertad de intentar todo lo posible conduce, seguramente, más allá de la ética. La autonomía (la técnica) se manifiesta respecto a la moral y a los valores espirituales. La técnica no soporta nungún juicio, no acepta ninguna limitación (J. Ellul, La technique ou l’enjeu du siécle).6 La vuelta a la naturaleza es, desde un punto de vista práctico y moral, una aberración, afirma Hottois. La naturaleza está más acá de la ética. Queda, pues, la vía intermedia y la selección de lo posible técnicamente. Parece, por tanto, que la prudencia con que debería realizarse dicha selección deberá atender, sobre todo, la cuestión siguiente: ¿tal o cual posibilidad tecnocientífica corre o no, el riesgo de disminuir, casi de suprimir, la capacidad ética del individuo o de la humanidad? Esto es lo que llama V. Packard el peligro de la deshumanización.”

En esa nota 6, la Dra. refiere a la p. 121 del libro de Hottois y no es claro si da la referencia para algo de lo dicho anteriormente o sólo para la expresión de Ellul. Pero la verdad es que todo eso está plagiado de la p. 132:
“Llegados a este punto, la pregunta ética en el marco de una reflexión sobre la técnica toma nueva dimensión. En el caso de las posibilidades tecnocientíficas, y puesto que estas posibilidades pueden afectar considerablemente a la naturaleza humana, se trata de un debate dentro de la propia ética.
Parece que, en gran medida, la unión entre «ética y técnica” debe resolverse a favor de una de las dos alternativas: Ética o técnica. La puja tecnocientífica por la libertad de intentar todo lo posible conduce, seguramente, más allá de la ética. «[…] La autonomía (la técnica) se manifiesta respecto a la moral y a los valores espirituales. La técnica no soporta ningún juicio, no acepta ninguna limitación» (J. Ellul, La technique ou l’enjeu du siècle, p. 121).
La «vuelta a la naturaleza» es, desde un punto de vista práctico y moral, una aberración, afirma Hottois. La naturaleza está más acá de la ética. Queda, pues, la vía intermedia y la selección de lo posible técnicamente. Parece, por tanto, que la prudencia con que debería realizarse dicha selección deberá atender, sobre todo, la cuestión siguiente: ¿tal o cual posibilidad tecnocientífica corre, o no, el riesgo de disminuir, casi de suprimir, la capacidad ética del individuo o de la humanidad? Esto es lo que llama V. Packard el peligro de la deshumanización.”

Sexto pasaje plagiado:
Dice la Dra. Godina:
“Debemos analizar, señala Hottois, en la medida de lo posible, el conjunto de factores que interactúan y que no simplifican las cuestiones ético-políticas que se imponen respecto a la investigación y al desarrollo científico. Esto permite distinguir que hay dos tipos de constricciones y de límites cuando se habla de intentar todo lo tecnocientíficamente posible: por un lado, los físico-objetivos, por otro, los simbólico-culturales. Despreciar unos u otros supone una actitud irresponsable y que conduce a errores y contratiempos de elevado coste humano por lo que al sufrimiento se refiere. En la práctica, el problema de la interacción o dialéctica entre lo simbólico y lo técnico está en el corazón de un gran número de trabajos y empresas, en especial desde que se empezó a tener conciencia de la ambivalencia de las tecnociencias y de la hendidura que existía en la sociedad occidental entre dos “culturas”: la literaria y la científica. Los intentos para construir un puente y articular lo técnico y lo simbólico se reagrupan, según Hottois, fundamentalmente, en torno a los ejes centrales siguientes: 1) investigaciones sobre la historia de las ciencias y de las técnicas; 2) los grupos y programas de investigación ciencia, tecnología y sociedad; 3) la puesta en práctica de programas de evaluación pluridimensional de proyectos de investigación y desarrollo; 4) el desarrollo de “comisiones y comités de ética”, en especial en el campo de las ciencias biomédicas; 5) el esfuerzo general y más difuso, pero capital para la democracia, de la intercomunicación entre tecnocientíficos (expertos), políticos, los diferentes grupos sociales y el público en general. Hottois se pregunta si todos estos esfuerzos posibilitan una verdadera síntesis entre lo simbólico y lo tecnocientífico, ya que una síntesis de este tipo implicaría algo más que la simple gestión de las interacciones entre dos polos cuya relativa autonomía e identidad no son negadas en esta gestión.
También Hottois muestra que aquí existen dos tendencias violentamente enfrentadas: por un lado, la cultura tecnocientífica no sólo es una exigencia sensata y legítima, sino también necesaria para una sociedad responsable; por otro, la noción misma es contradictoria y carece de significado: tal cultura no puede nacer más que de la dirección de aquellos que jamás han comprendido lo que es una cultura.”

Todo lo anterior también está tomado casi verbatim del libro de Hottois, esta vez de las páginas 146 a la 148:
“Debemos analizar, en la medida de lo posible, el conjunto de factores que interactúan y que no simplifican las cuestiones ético-políticas que se imponen respecto a la investigación y al desarrollo científico. Esto permite distinguir que hay dos tipos de constricciones y de límites cuando se habla de intentar todo lo tecnocientíficamente posible: por un lado, los físico-objetivos, por otro, los simbólico-culturales. Despreciar unos u otros supone una actitud irresponsable y que conduce a errores y contratiempos de elevado coste humano por lo que al sufrimiento se refiere.
En la práctica, el problema de la interacción o dialéctica entre lo simbólico y lo técnico está en el corazón de un gran número de trabajos y empresas, en especial desde que se empezó a tener conciencia de la ambivalencia de las tecnociencias y de la hendidura que existía en la sociedad occidental entre dos «culturas»: la literaria y la científica (cf. P. Snow, The two Cultures and a Second Look, 1963). Los intentos para construir un puente y articular lo técnico y lo simbólico se reagrupan, según Hottois, fundamentalmente, en torno a los ejes centrales siguientes: 1) investigaciones sobre la historia de las ciencias y de las técnicas (…); 2) los grupos y programas de investigación S-T-S (Ciencia, Tecnología y Sociedad (…); 3) la puesta en práctica de programas de evaluación pluridimensional de proyectos de investigación y desarrollo (…); 4) el desarrollo de «comisiones y comités de ética», en especial en el campo de las ciencias biomédicas (…); 5) el esfuerzo general y más difuso, pero capital para la democracia, de la intercomunicación entre tecnocientíficos (expertos), políticos, los diferentes grupos sociales y el público en general. (…)
¿Significan todos estos esfuerzos que es posible una verdadera síntesis entre lo simbólico y lo tecnocientífico? Una síntesis de este tipo implicaría algo más que la simple gestión de las interacciones entre dos polos cuya relativa autonomía e identidad no son negadas en esta gestión. (…)
También aquí existen dos tendencias violentamente enfrentadas: por un lado, la cultura tecnocientífica no sólo es una exigencia sensata y legítima, sino también necesaria para una sociedad responsable. Por otro lado, la noción misma es contradictoria y carece de significado: tal cultura no puede nacer más que de la dirección de aquellos que jamás han comprendido lo que es una cultura.”
Y luego en el texto de la Dra. Godina sigue la misma cita que pone Hottois, aunque la Dra. Godina sí da la referencia, pero sólo de esa cita.

Séptimo pasaje plagiado:
Dice la Dra. Godina:
“No podemos pensar lo que llamamos libertad, ética, capacidad de elección, etc., fuera de la simbolización. Rendir justicia a la importancia de lo simbólico es rendir justicia a esa parte del hombre que se resiste a la objetivación y a la mecanización: esa parte expresiva del sujeto, de la interioridad; esa parte que algunos querrían llamar espiritual o moral. Esa misma parte, indica Hottois, es también la que nos otorga lo que llamamos la dignidad humana en tanto personas, es decir, lo que no puede ser un simple medio (que se utilice con fines exteriores o extraños).”

Lo cual está tomado casi literalmente de la p. 151 del libro de Hottois:
“No podemos pensar lo que llamamos libertad, ética, capacidad de elección, etc., fuera de la simbolización. Rendir justicia a la importancia de lo simbólico es rendir justicia a esa parte del hombre que se resiste a la objetivación y a la mecanización: esa parte expresiva del sujeto, de la interioridad; esa parte que algunos querrían llamar espiritual o moral. Esa misma parte es también la que nos otorga lo que llamamos la dignidad humana en tanto que personas, es decir, lo que no puede ser un simple medio (que se utilice con fines exteriores o extraños) (…)”

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